08/01/2016
Yo y las cucarachas, un año después
Por Claudio Kussman
Ayer estaba comiendo junto a mi cama una porción de pizza penitenciaria y ensalada verde. Como lo hace frecuentemente, apareció una cucaracha sobre la mesa (por color, tamaño y velocidad debe ser siempre la misma), la cruzó a la carrera, haciéndolo también por el interior del taper donde tenia la ensalada (lechuga).
De inmediato se me representó cuando en los primeros tiempos de mi detención me sorprendió la presencia de estos en el interior de una perrera (transporte automotor ilegal), y la indiferencia de un prisionero con varios años de reclusión. Siempre me dije que no tenia que llegar nunca a ese estado de ánimo, por lo que tiré y lavé obsesivamente el recipiente...
Diré que en este mundo paralelo es difícil conseguirla, por ser poco frecuente en la dieta semanal y siendo el pabellón 19 el último en la distribución de comida, no queda mas cuando uno va a retirarla. Por eso al levantarme dudé si guardar la que había quedado o tirarla por la incursión del insecto ortóptero.
...Mientras pensaba en REINFIELD , personaje gótico de la novela Drácula o el mismo Papillón, ambos de estrecha relación con los insectos aludidos. Así con mas de 400 días de prisión me encuentro luchando para no adaptarme a esta forma indigna de vida, por si el CAMBIEMOS, no es solo una simple metáfora.
LAS CUCARACHAS Y YO (modelo 2015)
Cucarachas carcelarias:
Se ha comprobado que pueden llevar, ya sea en la superficie de su cuerpo o en el intestino unas bacterias contaminantes residentes en la basura o heces que pisan y comen, produciendo las siguientes enfermedades: lepra, peste bubónica, disentería, diarrea infantil, infecciones urinarias e intestino, inflamación y formación de pus, gastroenteritis, fiebres entérica y tifoidea. Varios estudios muestran que las cucarachas pueden adquirir, mantener y excretar ciertos virus, siendo vectores de la hepatitis infecciosa. Hay documentación de problemas del cuerpo al contacto con cucarachas como dermatitis, edemas en los párpados y nariz, lagrimeo constante de los ojos, estornudos. Es fácil que las personas que tengan estos síntomas, en el futuro se desencadenen irritaciones o reacción alérgica a las secreciones de las cucarachas. Transmisores de alergias asociándose al asma.
Yo y otros encarcelados:
En ninguno de los domicilios que he tenido a lo largo de mi vida existieron ni tuvieron cabida las famosas cucarachas, que según se dice ya existían en la prehistoria. Desde el 28 de noviembre en que me detuvieron comencé a convivir con ellas y casi a acostumbrarme con su presencia. El sumun había sido la Unidad Penitenciaria Federal 28 (increíblemente debajo del Palacio de Justicia Metropolitano) donde dada la cantidad, compartí su espacio. Eran mis primeras horas de detención y sentirlas, caminar por primera vez sobre mi cuerpo, me causó verdadero asco. Fue mi introducción violenta a un mundo de dejadez y falta de higiene. Estos insectos carcelarios son de tamaño pequeño y según he comprobado, por mayoría existen 4 tamaños y coloraciones diferentes. Días pasados junto con otros dos presos fuimos trasladados hasta Florencio Varela para un examen eco dopler en un transporte con capacidad para 4 personas. Así viajamos dentro de una cabina anti fuga de 1 metro 30 por 1 metro30 aproximadamente. Luego de 5 horas de viaje debimos esperar 1.30 hora más para nuestro turno. En ese tiempo dormitamos en los duros asientos del transporte. La excepción fue uno de los presos, con varios años de experiencia, ya que había llevado una almohada para mitigar la dureza de los bancos y el dolor causado por los saltos de la dura suspensión del vehículo. Dentro del sopor que me invadía comencé a ver movimientos de estos insectos tan persistentes, realmente no lo podía creer. Nacen, viven y se reproducen dentro de un transporte de detenidos, haciendo miles de kilómetros por mes. Comen los restos de comida que todo “prisionero lleva para los viajes” y que caen al suelo, donde queda por largo tiempo. Volqué algo de Coca Cola que llevaba, en el piso y a los pocos minutos una decena se agolpaban bebiendo en el pequeño charco. Desperté a los otros 2 viajeros señalando el espectáculo y comentándoles a modo de gracia la idea de hacer una publicidad para la gaseosa. Miraron indiferentes y el más viejo dijo – son cucarachitas del depósito de vehículos de Villa Devoto- y ambos siguieron durmiendo como si nada. Decepcionado por el poco impacto logrado con mi descubrimiento y mis palabras, quedé despierto y en guardia hasta la hora de mi turno con el médico, pese a que el sol calentaba el vehículo y esto producía somnolencia. Al regreso la marcha del rodado me protegía, las pequeñas viajeras no se dejaban ver, la mancha de la bebida se había secado y yo había fracasado como publicista. Con más tiempo en este ámbito, también seré indiferente a las cucarachitas?