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“En el norte también vive el diablo m’hija…”. Esa frase la escuche decir a una ancianita en un lejano paraje de la provincia de Santiago del Estero, hacía mucho frío y ella vendía sus cositas a la vera de la ruta. Esa frase se me grabó a fuego desde ese entonces… Pasaron los días y mi padre fue detenido por las llamadas causas de Lesa Humanidad, no sin antes haber transcurrido un año de arremetidas diarias de la prensa santiagueña, y de los pequeños grupos de izquierda,  sobre la participación de la policía en los 70, policía de la cual mi padre fue integrante. Era un día 18 de junio del 2004, la temperatura oscilaba entre los 0 y 3 grados, me fui a trabajar temprano y mi viejo como siempre llevó a mi hija al colegio;  quedamos en juntarnos en el centro después del mediodía para volver a casa. 

Desde esa fría mañana ya nunca más lo volví a ver en mi casa… Era una locura, todos éramos primerizos en estas cuestiones; entonces, con los familiares de los compañeros de mi padre nos llegamos hasta el lugar de detención (sección Cesantero GENDARMERIA NACIONAL), ¡estaban incomunicados… qué loco! Lo detuvieron un jueves, el domingo era el día del padre, primera puñalada. Lo indagaron recién el martes de la semana siguiente. No entendíamos cómo seguir, nadie decía nada, en el juzgado nadie quería hablar con nosotros, bien… Y pasaron así los años y se fueron abriendo causas y causas. Recuerdo que un fiscal, el Dr. ALBERTO PRAVIA, llamaba por los medios, como si fuera una convocatoria al “Bailando por un Sueño”

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