Noviembre 19, 2015
Jorge Roberto Ibarzábal
Vasco, para muchos. Seguramente querido para una mujer. Papi, para tres.
Bajo la sombra de sus captores durante más de 300 días.
Una esposa y tres hijos sin aliento durante casi un año.
Un héroe que no debemos olvidar.
Diez Meses
El teniente coronel Jorge Roberto Ibarzábal prestaba servicios como jefe del Grupo de Artillería Blindado 1 en la ciudad de Azul, en 1974.
En enero de ese año con el objeto de robar armamento, más de cien guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo atacó este destacamento, vestidos con uniformes similares a los del Ejército Argentino.
Asesinaron al conscripto Daniel Osvaldo González, quien cumplía con su servicio militar obligatorio y ganaron el acceso a la guardia del cuartel, algunos puestos de vigilancia y el casino hasta encontrarse con cierta resistencia en el área de la plaza de armas.
El coronel Camilo Arturo Gay -titular del regimiento- y el teniente coronel Ibarzábal unieron fuerzas para defender el lugar, dejando sus viviendas del barrio militar sin advertir que estas estaban siendo rodeadas por grupos de la Juventud Maravillosa con una consecuencia posterior que cobra la vida de la esposa del coronel Gay. Antes de llegar al cuartel, los militares son interceptados y escasamente armados intentan combatir. Gay, cayó herido de muerte e Ibarzábal fue secuestrado y llevado a una cárcel del pueblo perteneciente al ERP.
Eran otros tiempos. El gobierno no negociaba con terroristas, aunque hubo un antecedente. Un prisionero había sido canjeado. Tal vez por ello, durante varios meses miembros del ERP intentaron negociar la libertad de Ibarzábal. Luego de diez meses, una patrulla de control de rutas que efectuaba operativos en una zona cercana a Quilmes, en la provincia de Buenos Aires, notó el recorrido de tres vehículos, uno de los cuales portaba un armario de metal en su techo. Los efectivos policiales intentaron detener a los mismos sin éxito por lo que se produjo una persecución. Se abrió un intercambio de balas que produjo la detención del vehículo que transportaba el armario. El terrorista que viajaba en ella abandonó el vehículo efectuando un disparo al mueble y entregándose a las autoridades.
Al abrir el guardarropas, los policías evidenciaron la presencia de una persona sin vida, en deplorable estado. Exhibía dos impactos de munición en el rostro, dos en el tórax y un último en una de sus manos.
Era el teniente coronel Jorge Roberto Ibarzábal, quién -ni siquiera ese 19 de noviembre de 1974- nunca se arrodilló frente a sus victimarios. La tarde caía en una Argentina manchada y con ella, el hoy coronel Ibarzábal, quién seguirá de pie para la verdadera historia.
PrisioneroEnArgentina.com
Nov. 19, 2015