Terminando los usuales días domingos y llegando a mis *Momentos de eterno resplandor*, que me abre el instante, de discurrir sobre descubrir el sentido de mi propia existencia, es cuando le rasgueo los habituales *BLANCO Y NEGRO* para regalarle a Ustedes amigos lectores.
Inicié desde aquél entonces, que estaba entre la vida y la muerte, y sabía que era yo el que debía elegir, me arrodillé y recé, tenía que decidir *si morir o vivir*. A la sazón, como lo haría hoy nuevamente, *hombre raro y tozudo*, decidí lo más difícil *vivir*.
La vida constituye para cada uno de nosotros una *larga e involuntaria búsqueda*, entre otros hallazgos por haber creado la definición de no lugares, el más importante *logar compartir una compañera, ¿Será o no será?, como el aplicable a la selección de supermercados, aeropuertos, shoppings y otros espacios en los se disuelven las identidades de las personas.
El axioma que pretendo darles, está en otrora en breves y sublimes ensayos, como cuando hablo de edad *mi tiempo, vuestro tiempo sin edad*, en donde se reivindica con deslumbrante lucidez el significado y los contenidos que el *lapso* aporta a nuestra vida a medida que avanza.
Recuerdo entre mis obras en mi anaquel, en una de sus páginas, le preguntaron a Galileo Galilei…
¿Cuántos años tienes?
-Ocho o diez respondió Galileo, en evidente contradicción a su barba blanca.
Y luego explicó…
“Es verdad, tengo los años que me restan de vida, porque los ya vividos ya no cuentan, como no cuentan más las monedas que teníamos y que ya gastamos”
Valoremos el tiempo, no digamos ¿Cómo pasa el tiempo?, la realidad, somos nosotros los que pasamos. Somos peregrinos y debemos pensar en la meta que nos espera.
La certeza de que nuestro camino terrenal tiene un fin, es el mejor recurso para valorar más cada minuto que vivimos.
Tengo 66, y 66 me quedan por vivir, y recuerdo una poesía, no la borroneo entera…
“Era de un amante que le demandaba a la muerte un día, para ir a morir en brazos de la amada”
Más la muerte que ya venía…
“Ni una hora tienes de vida”
Aunque no lo expresé puntualmente, es posible advertir que la búsqueda de la que hablo apunta al descubrimiento del sentido de la propia existencia. Vivir tiene sentido cuando podemos comprender para qué vivimos. Tanto se habla y se escribe sobre el sentido de la vida y tan poco se dice acerca de en qué consiste.
Otros ensayistas, son capaz de presentar sus ideas con sensibilidad y belleza, advierten en su trabajo *el sentido del momento*, *que el sentido de la vida no se encuentra de una vez y para siempre* ni se anuncia con trompetas y reflectores.
A partir de una fecha cierta, la de nuestro nacimiento, atravesamos edades y, en cada una, mientras fluye el tiempo, algo nos aguarda. Algo a descubrir. Generalmente para las Mujeres, entienden *la edad, es la experiencia humana esencial y, quien la niega, huye sin hacer ningún descubrimiento*.
Pierde un encuentro con el sentido de su propia vida y, por mucho que se embriague con efectos especiales y placeres momentáneos, será presa de la angustia existencial.
Nadie existe en vano, no serán otros quienes le digan para qué existe. La búsqueda de ese ¿Para qué?, requiere voluntad. *Voluntad de sentido*. Vivir atento a las circunstancias de cada momento, para no perder los instantes de sentido. Esos instantes pueden darse durante el desarrollo de una tarea -laboral, profesional, doméstica-, *en un diálogo* *debemos estar siempre cuando le sean menester platicar*, o en un momento de intimidad con un ser querido, al mantener una conducta coherente con los propios valores, así sea, contra la corriente, e incluso en un momento de dolor…
¿Qué es aquello que sólo puedo hacer yo y que si no hago no quedará inscrito en el tiempo y en el mundo?
¿Dónde y cómo dejaré una huella?
¿Cuál es ese sentimiento, esa contemplación, esa confirmación, así se trate de un segundo en el tiempo, por los cuales la vida entera, con sus altos y sus bajos, mereció ser vivida?
De acuerdo en esos instantes de sentido siempre estará presente el otro. Acaso porque, como rasgueo, siempre, aun cuando no lo parezca, alguien nos espera…
¿Quién?
Descubrirlo es uno de los propósitos de la búsqueda señalada…
¿Para qué?...
"Para hacer por esa persona lo que esperamos para nosotros"
Esas personas, *desde mi punto sensitivo es una*, para otros sucesos pueden ser más de una y pueden ir apareciendo en diferentes momentos de la vida. Nos harán saber que se trataba de alguien. Y no lo harán necesariamente con palabras. A menudo la señal será un simple gesto, una mirada, una actitud. Cada individuo es único, cada momento de sentido también lo es…
“Hay que olvidar las fórmulas y recetas”
Al final del viaje, o en cualquier momento en que se haga un alto en la marcha, los momentos de sentido estarán ahí, en la memoria, en el registro emocional, en la comprensión intelectual, como *perlas* que, una vez engarzadas en la tanza del tiempo, dirán cómo hemos vivido o cómo estamos viviendo. Es el eterno resplandor de los momentos de sentido…
"Ir sin amor por la vida es como ir al combate sin música, como emprender un viaje sin un libro, como ir por el mar sin estrella que nos oriente"
Hugo José Naranjo.-
-HUGO JOSÉ NARANJO-
“Doctorado honoris causa, Máster y MBA Nacional e International”
“Executive en Dirección de Proyectos y Empresas”
*El filósofo enamorado de la vida*
“He sido un hombre que busca y aún lo sigo siendo, ahora no indago
en las estrellas ni en los libros, sino en las enseñanzas de mi sangre"
“Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos
que mantienen su neutralidad en tiempos de crisis moral”
http://www.prisioneroenargentina.com/#!hugo-jos-naranjo/cjnn
-El Pulso del Columnista, escritor de cartas y narraciones de sueños –
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