Marzo 2, 2016
Efectos de la
Huelga de
Hambre
La desnutrición afecta a todos los sistemas del organismo
1º día de ayuno. Se con sumen las reservas de glucosa almacenadas en el hígado y en los músculos.
2º día. La glucemia disminuye para comenzar a utilizarse las grasas, ácidos grasos y los cuerpos cetónicos. El glucógeno muscular puede proporcionar energía para unas 12 horas más, aproximadamente.
5º día. Empiezan a dañarse órganos importantes como el hígado y los riñones. El organismo pasa de consumir la glucosa y el glucógeno almacenados a consumir las grasas que constituyen la auténtica despensa energética del organismo. En el organismo humano existen aproximadamente unos 10-11 kilogramos de grasa que aportan a partir de 9 kcal./gr., unas 100.000 kcal, y pueden durar más de 40 días.
7º día. Una vez se alcanza la semana de huelga, la acidosis (baja el ph de la sangre) afecta a la función del corazón empeorando la circulación. Debido a esta dificultad, el cerebro empieza a tener fallos por la falta de riego y pierde funciones.
14º día. Los cuerpos cetónicos, que son productos de la degradación de las grasas, en este momento pueden ser también utilizados para la formación de energía llegando a aportar dos terceras partes de la energía total que necesita el cerebro. Estos cuerpos explican el mal aliento y el mal olor de la orina.
20º día. Comienzan a consumir principalmente proteínas musculares. Se produce un apetito desmedido tras un gran adelgazamiento y una gran debilidad y tras una perdida de interés por la comida durante casi todo el ayuno. La albuminemia y los edemas son una prueba de la autofagia y de la autodigestión proteica.
30º día. La desnutrición afecta a todos los sistemas del organismo y comienza a experimentarse un cansancio desmesurado que prácticamente impide hablar.
40º día. A partir de los cuarenta o cincuenta días, el deterioro se hace ya notable por el desgaste físico, produciendo inmovilidad y llegando a producir pérdidas de consciencia por la falta de energía. La muerte por inanición se puede llegar a producir por falta de riego al cerebro o por un fallo cardiaco.