Estados Unidos
Líderes de cartón, los provocadores, los oportunistas, los ignorantes y el enorme peso de vestir un uniforme azul.
Brent Thompson, un entrenador de soldados en Irak; Patrick Zamarripa, padre de dos niños y veterano de las fuerzas navales; Michael Krol, un joven que desde niño soñó con ser oficial de policía; Lorne Ahrens, sindicado como un profesional con alto grado de dedicación y Michael Smith, quien ingresó en las fuerzas de seguridad en 1989 son los cinco policías caídos en el cobarde ataque en Dallas, pocos días atrás.
El francotirador, en diálogos de negociaciones con los oficiales locales, expresó que más policías -más policías blancos- morirían. Y esto está sucediendo en distintas partes de Estados Unidos.
Horas antes de la masacre en Dallas, dos oficiales patrullaban una zona de Houston, Texas cuando encontraron a un hombre deambulando erráticamente en las calles. Al ser interpelado, el hombre esgrimió un arma y debido a la veloz reacción de los uniformados, el mismo fue ultimado.
Durante el desarrollo de un control de tráfico en Saint Louis, Missouri, un motociclista le disparó cuatro proyectiles a un oficial de policía mientras este caminaba de retorno hacia su vehículo. El oficial se encuentra en condición crítica, pero estable.
Lakeem Keon Smith -provisto con al menos dos armas- disparó el jueves contra un puesto de periódicos en Tennessee, cobrando la vida de una mujer e hiriendo a otras tres personas.
Todos estos incidentes se producen luego de dos acciones sindicadas como brutalidad policial en las cuales -en diferentes episodios- oficiales de policía mataron a dos jóvenes afroamericanos, bajo dudosas -más que dudosas circunstancias-.
Miles de personas marchan en las calles de las principales ciudades del país reclamando por justicia por los recientes y pasados incidentes que envolvieron las pérdidas de vidas de raza afroamericana, bajo acciones policiales.
Philando Castile recibió cuatro disparos en el interior de su vehículo luego de ser parado por dos oficiales de policía por tener una luz rota, en presencia de su novia y la hija de esta, de cuatro años.
Alton Sterling resultó muerto a tiros en un altercado con dos policías blancos en la ciudad de Baton Rouge, en Luisiana, en el sur de EE. UU. Imágenes captadas por testigos del crimen muestran el momento en que un oficial se abalanza sobre el hombre, al que luego otro agente también sujeta contra el piso. Al final, uno de los uniformados disparara a quemarropa cuatro veces.
Pero no hay que correr detrás de las primeras impresiones. Hay una investigación de por medio y los resultados no han sido aún revelados. Las hipótesis vuelan. ¿Tenía Castile un arma o sabían los oficiales que Castile poseía un permiso de portación de armas y esto hacia que la intervención tuviera más riesgo? ¿Estaba Sterling blandiendo un arma en un estacionamiento como dice una llamada a 911? ¿Manifestación de odio racial por parte de policías? ¿Mal entrenamiento? ¿Dificultad para comportarse bajo situaciones extremas?
Las posiciones encontradas entre la población son lo que más preocupa a los dirigentes y ciudadanos. David Wilson, editor de The Grio, sostiene que esperaba que las protestas no provoquen aún más tensión entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad.
En este entuerto se encuentran grupos que abogan por diferentes motivos. En Dallas hay un automóvil policial que es depositario de ofrendas florales. Las mismas son colocadas por ciudadanos de diferentes razas y el mensaje es “No por el mal comportamiento de algunos policías, tenemos que culpar a todo el cuerpo de seguridad”
El New Black Panther Party (Nuevo partido de Panteras Negras) por otra parte, está marchando a Luisiana donde protestarán contra el “Departamento de Cerdos” -manera poco cordial de referirse a la policía, por cierto- en clara demostración de una posición de generalizar el comportamiento de ciertos agentes. Pero este es un movimiento faccioso.
Ideas mixtas despierta Black Lives Matter (Vidas Negras Importan o son Importantes) Carol Swain, profesora de leyes de la Universidad de Vanderbilt, sostiene que este movimiento guía a mentes jóvenes a la confusión. Una cosa es pujar por la vida de culpables o inocentes, otra es inmolar a policías que cumplen con su deber ante malhechores. No porque sean negros son culpables y merecen perder sus vidas, pero no por ser negros son inocentes y merecen tratos especiales. La profesora Swain es afroamericana.
Anwar Sanders, oficial de policía afroamericano, señala que ser un oficial negro vistiendo uniforme es vivir en dos mundos, recibiendo miradas de desconfianza de blancos, hispanos y la propia comunidad negra. Pese a todo trata de llevar a buen puerto su trabajo optando por la manera más profesional posible, apartándose de otros policías que toman horribles decisiones.
Personalidades políticas -cuando no- abrazan estas tragedias y las hacen parte de sus campañas. Líderes religiosos especulan con sus sermones faltos de información con el propósito de sumar adherentes a sus parroquias, potencialmente a aquellos que perdieron a familiares y tienen sus corazones quebrados.
Por ello, es importante recostarse en las palabras del tío de Philando Castile, uno de los jóvenes ultimados por un policía: “No fue un oficial de policía. Los policías están para servir y proteger. Quien le quitó la vida a mi sobrino fue un hombre, hombre con minúsculas”
Fabian Kussman
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 09, 2016