Defendiendo a Carlotto
No todos los escritores de teatro son grandes actores. La búsqueda por llevar un mensaje a la gente no les hace excelsos intérpretes del arte. Se convierte en barro cuando suena a panfleto y en propaganda de fanatismo cuando se distorsiona la historia.
Por Fabian Kussman
La exploración por el paradero desconocido de un hijo, un nieto, un familiar es una tarea que, sospecho, más de uno de nosotros hubiéramos realizado. Madres y Abuelas de Plaza de Mayo -en sus inicios, y continúan algunos ejemplos hoy en día- soportaron una lucha larga, dispar, compleja. Es una pena que unas pocas cayeran en la tentación y valiéndose de una impunidad no merecida, se abrazaran al poder, destruyendo menuda y loable labor.
No creo que Estela de Carlotto hable como ciudadana común cuando desparrama publicidad oficial. Es mi entender que sabe que se dirige a cabezas frágiles al decir que si Macri (Mauricio, dirigente máximo de Cambiemos) alcanza la presidencia "Abrirá las cárceles y liberará a los genocidas." Sabe a proselitismo, no quiero inferir que es una maligna expresión de deseo.
Es claro que ningún ser humano -a menos que sea el mismo asesino- quiera genocidas dando vueltas en la calesita de la esquina. De esto tenemos muestras que lo certifican.
"En un país que ha vivido una guerra civil, todos tienen las manos manchadas de sangre" dijo alguien que se subió a una calesita en una ciudad de Barcelona, España (No aquella a las orillas del río Neveri, en la revolucionaria Venezuela de Maduro) llamada Villanueva y Geltrú (Ni siquiera en Conde de Villanueva, La Habana, Cuba) gracias a un perdón (Indulto? Palabra que ya no estará en los diccionarios) concedido hace más de veinte años.
Solo cinco nuevos héroes pertenecientes al terrorismo fueron llevados a tribunales en Argentina. Rodolfo Galimberti y Gorriarán Merlo, junto al previamente mencionado (o no) Mario Firmenich, además de Vaca Narvaja y Roberto Perdía. En su libro "Los otros muertos" la doctora Villarruel y el señor Manfroni hablan de 17.000 personas asesinadas por el terrorismo en Argentina. Probablemente uno de los asesinos seriales más famosos es Hannibal Lecter, pero continuemos en el planeta Tierra. El americano Ted Bundy fue tal vez el más famoso de los homicidas en serie. Tenía un rostro cinematográfico y un encanto natural. En sus manos perecieron unas treinta mujeres. Tal vez el más famoso, pero no el más prolífico. El colombiano Luis Garavito cobró casi doscientas víctimas. Pero continuemos en territorio argentino: Cinco personas, 17.000 muertos? No, ni la señora Carlotto, ni usted, ni yo queremos genocidas en las calles.
La matanza de una estirpe, un grupo genético o de origen común deja obviamente fuera de la categoría de genocidas a aquellos que mataron a Gimi Cabrera Rojo, Paula Lambruschini, a Froilán Vázquez, a María Cristina Viola o a Juan Barros. Al fin, eran solo niños, que niño hubiera deseado crecer en un país como el nuestro? Queda el consuelo para creyentes que estos serán reivindicados por la Justicia Divina.
Los gremialistas tienen un halo de sospecha rodeando sus siluetas: "Como no quieren trabajar, se acomodan en una oficina" Es por ello que en beneficio de los ciudadanos -Exceptuando, entiendo, la opinión personal de los Rucci, los Alonso, los Magaldi, claro está- y por no tener un origen común, fueron dados de baja de una manera un tanto extrema. Tan extrema que no pueden exigir el encadenamiento de sus victimarios.
Tantos otros, Estela Browarnik, Miguel Lasser, Luis Biancull -ciudadanos comunes pero sin orígenes comunes- asesinados por grupos terroristas tampoco pueden ver a los genocidas sueltos. Por una razón de fuerza mayor en estos casos.
Desertores de estos mismos grupos terroristas (Cambio de ideas, parte de la libertad?) como Diego Magliano, Carlos Baglieto, Antonio Paul a quienes se les puso fecha de vencimiento recordándonos las palabras de Castro para con los que no estaban de acuerdo con la Revolución: "No los queremos, no los necesitamos." Si, Carlotto, usted, yo... no queremos genocidas fumando en el balcón lindero. Más obsesionante, no los queremos en cargos públicos.
"La gente se engancha en discursos que parecen cantos de sirena" -afirma la señora de Carlotto. La gente es tonta, tiene razón, me ha pasado a mí que cierta vez tuve la idea de que las promesas de un político llevaban una dosis de verdad.
"Tengo un respeto absoluto por el voto de la gente, hay que respetar, acompañar y disentir en paz todo aquello que nos parece que hace mal”, añadió la simpatizante Kirchnerista. Está en lo cierto, hay que respetar las decisiones de aquellos que no escuchan a la sirena opositora.
“Invito a la gente a tener un eslogan que diga: “queremos memoria, verdad y justicia para todo”- alienta la señora Estela proponiendo revisar los actos de corrupción de la década de doce años ganada, las puestas en escenas de los llamados casos de crímenes contra la humanidad y llevar a prisión a los padres adoptivos de su nieto.
Una vez más, esa ambición desmedida de los golpistas, vende patrias, generalmente una especie conocida como opositores a un gobierno nefasto, que tratan ascender a esa cima llamada poder, abofeteada por una simple activista del revisionismo histórico, aunque este no sea académico.
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 31, 2015