Asunción del Presidente
Su discurso sobre la corrupción
OPINIÓN
El presidente de los Argentinos Mauricio Macri ingresó a las 11.41 al recinto donde la Asamblea Legislativa se encontraba en cuarto intermedio, a la espera de su llegada para la jura como nuevo Presidente de la Nación. Y luego de jurar por Dios y la Patria, pronunció un discurso que duró 27 minutos. Entre las frases destacadas y la que recibió la mayor ovación es cuando enfatizó que este Gobierno va a combatir la corrupción. Manifestó, con absoluta firmeza que va a ser implacable con aquellos que dejen de cumplir lo que nos dice la ley. Los bienes de la Argentina son para todos los argentinos y no para el uso incorrecto de los funcionarios. Nada más halagador para la mayoría del pueblo Argentino y especialmente para quien suscribe esta nota. He manifestado en un sinnúmero de publicaciones que a la corrupción hay que atacarla en sus madrigueras; que se puede reaccionar contra los males imperantes; que mientras queden magistrados probos no todo está perdido; que vale la pena golpear las puertas con vigor e insistencia; que hay que perseverar en la lucha por el bien, pues la maltrecha moral pública puede ser restaurada si la sociedad reacciona con la energía que las circunstancias reclaman. Seguramente nunca hemos vivido un período tan lastimoso como gestión de Cristina en cuanto a la corrupción. Digo corrupción en general, refiriéndome al peculado, la coima, el soborno, el cohecho, la mentira como acostumbrada norma, las dádivas interesadas y pervertidoras. Una corrupción generalizada en toda la sociedad, pero que resalta, se hace más notable y es más dolorosa en los ámbitos de la administración pública, de los gobernantes y, peor aún, de la justicia. Quizás lo que haga más afligente el actual estado de infección del cuerpo social, sea la actitud complaciente con que en algunos ambientes se lo considera. El pueblo evidentemente quiere saber de qué se trata. Se dijo desde el gobierno anterior que el sistema vigente estaba convalidado desde varias elecciones anteriores. Como aseverando que corrupciones hubo siempre. Como si eso fuera suficiente justificativo y motivo convincente para que nos allanemos a tolerarlas. Es verdad que desde que Adán comenzó a pecar los hombres le hemos heredado su naturaleza pecadora; pero que seamos proclives a cometer faltas no significa que debamos ser condescendientes con quienes dan mal ejemplo, se roban los dineros que la comunidad necesita, se enriquecen administrando los favores que el Estado otorga indebidamente, niegan la justicia por favorecer a privilegiados, se convalida un sistema electoral perverso. En una década a la que por las públicas inmoralidades se la ha calificado de infame, un legislador sorprendido en un cohecho, de vergüenza se suicidó. Había infamia, pero subsistía la vergüenza. Podría pensarse que en el gobierno que se va la vergüenza desapareció y que por lo tanto la sociedad -desvinculada de la moral, del bien, de la verdad- se debía desbarrancar hacia miasmas putrefactas. Pero a raíz de esta nueva esperanza creo que la sociedad argentina La gente -inquieta- se agita, se mueve, clama por justicia, exige justicia, conmina a los poderes públicos reclamando justicia. Y, a pesar de todos los obstáculos, algo de luz se va haciendo. Una luz que es imprescindible acompañar para sanear el sistema democrático. En su discurso el presidente nos está mostrando que a la corrupción hay que atacarla en sus madrigueras; que se puede reaccionar contra los males imperantes. Estoy seguro que el pueblo acompañara si se cumple la palabra del presidente que Juro Por Dios. La patria y sobre los Santos evangelios. Dios guarde al Presidente-
DR. JORGE B. LOBO ARAGÓN